miércoles, 5 de febrero de 2014

De compras con Mr. Selfridge



Durante la temporada pasada, las series británicas The Paradise y Mr. Selfridge se estrenaron con muy pocos meses de diferencia. Y ahora que la primera acaba de terminar su segunda temporada podemos enlazarla con la serie protagonizada por Jeremy Piven. Lo cual da lugar fácilmente a comparaciones. Comparaciones que pueden resultar dolorosamente esclarecedoras.


Como ya sabemos, The Paradise (de la que ya hablé en su momento en el blog) se basa en la obra de Émile Zola Au Bonheur des dames, una novela menor del gran escritor del naturalismo. En ella vemos la lucha de Denise (Johanna Vanderham, a la que también vimos hace poco en Dancing on the Edge) por superar su provincianismo y ascender profesionalmente en unos grandes almacenes de París hacia finales del siglo XIX (que en la serie televisiva se trasladan a una ciudad indeterminada de Inglaterra) sin perder su honradez por el camino, lo que le hace ganarse el corazón del dueño de dicho establecimiento. Tras una primera temporada muy entretenida y que seguía con una libertad bastante equilibrada el argumento del libro, los guionistas decidieron seguir desarrollando la historia de la Denise inglesa más allá del final de la novela, y la serie de la BBC, al menos en mi opinión, perdió todo el interés.


Mr. Selfridge, por su parte, da un pequeño salto temporal, situándonos en 1909, cuando los grandes almacenes londinenses que llevan su nombre abren sus puertas, y utiliza el mismo ascenso de este tipo de establecimientos pero desde otra perspectiva, en mi opinión, más acertada y que, a la larga, puede dar más juego. El omnipresente Andrew Davies convierte Shopping, Seduction & Mr Selfridge de Linday Woodhead en una espectacular panorámica que, a pesar del título, va mucho más allá de la mera biografía del empresario. Además, el hecho de que el protagonista sea un estadounidense es otro acierto, ya que de algún modo se vincula al público norteamericano, que ya hemos visto que no hace precisamente ascos a los Masterpiece de la PBS.


Donde la serie de la BBC cometió el error de dar una preponderancia extrema a la trama amorosa en detrimento del retrato que podrían haber ofrecido sobre los problemas de esta nueva clase trabajadora, la lucha de la mujer por su visibilidad o la cuestión del capitalismo, Mr. Selfridge ha sabido aprovechar todos esos elementos, pero sin dejar nunca de lado el glamour o el entretenimiento.


Mr. Selfridge diversifica más las tramas, que se desarrollan una velocidad de vértigo, y aprovechando la pasión (verídica) por la teatralidad de su personaje principal, ofrece un show arrebatador semana a semana, en el que el establecimiento muta para convertirse en sede de acontecimientos históricos, desde el apoyo al movimiento sufragista hasta la presentación de un libro o la visita del mismísimo rey Eduardo VII (o la elocuente ausencia de Churchill en un mundo a punto de entrar de lleno en el siglo XX). 


Es cierto que la serie sobre el magnate estadounidense tampoco esconde sus cartas: las relaciones de pareja tienen una gran importancia en ella, pero el creador tiene la inteligencia de no jugárselo a todo o nada con una única historia. Aunque podríamos considerar que el personaje de Agnes Tawler es el equivalente de la Denise de The Paradise, su protagonismo está limitado en una serie que pretende ser mucho más coral y que observa la relación romántica desde distintos puntos de vista: desde las parejas que resultan imposibles, hasta aquellas que no se soportan o las que luchan por no desintegrarse erosionadas por el propio paso de los años. 


Es esta falta de diversidad en las tramas (así como la inclusión de nuevas historias demasiado tarde o con muy poco interés), creo, lo que convirtió a The Paradise en su segunda temporada en un producto bonito pero vacío, que terminaba aburriendo al espectador y expulsándolo de la historia. Si hubieran aceptado las limitaciones y la duración de la novela, haciendo una miniserie, seguramente se habría sumado al panteón de adaptaciones de la BBC, que muchos veneramos. Sin embargo, al alargarla de forma antinatural e innecesario, hemos terminado por dejarla.


Menos mal que parece que la serie de la ITV goza de una estupenda salud en su segunda temporada (por cierto, si no recuerdo mal TVE tiene los derechos de emisión para nuestro país, pero no sé cuándo la emitirán). Esta ficción, además de suponer un contrapunto acaso un poco más realista de Downton Abbey (en mi cabeza imagino a Lady Mary comprando allí sus vestidos), ofrece mucho más potencial para una serie de varias temporadas. Para empezar, la segunda comienza (muy oportunamente) con el asesinato del archiduque Franciso Fernando. Y todos sabemos lo que eso significa... Así que, ¡larga vida a Selfridges!

2 comentarios:

  1. Hola! Leer tu artículo (excelente, por cierto) me ha dado ganas de darle otra oportunidad a Mr. Selfridge. En su día vi la primera temporada de The Paradise y me gustó, aunque es cierto que es un poco básica. Después empecé a ver Mr. Selfridge pero, al encontrarla tan parecida, lo dejé estar. Creo que ha llegado la hora de verla, porque la historia me llama la atención, y si encima dices que es más compleja que The Paradise compro seguro! Un abrazo

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    1. Hola Cecilia, ¡gracias por comentar! Yo creo que partir de una base tan similar y ser la segunda en estrenarse sí que le perjudicó en su momento a Mr. Selfridge. Pero, sin dejar de lado el mero entretenimiento, sí que plantea unas relaciones más complejas y un retrato más amplio. Dale una segunda oportunidad y ya me dirás qué te parece.

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