martes, 5 de noviembre de 2013

Cernuda



Hoy se cumplen 50 años de la muerte de uno de los grandes poetas de la Generación del 27, Luis Cernuda. Descubrí su obra en el instituto y, en plena adolescencia, me abrió los ojos y el corazón con su estilo carnal y exquisito. Después, cuando fui alejándome de la poesía, acomodándome en otros géneros menos oscuros, él y otros pocos siempre siguieron junto a mí. Y esta es la excusa perfecta para volver a él, sin más. Disfrutemos.








No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque solo sea una esperanza,
porque el deseo es una preguna cuya respuesta nadie sabe.
                          (Los placeres prohibidos, 1931)

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