lunes, 7 de octubre de 2013

Bach en Madrid





Tener sueños es sencillo. Lo que no lo es tanto es hacerlos realidad. Y lo que raya en la locura, esa bendita locura que nos escapa al común de los mortales, es lo que ha conseguido el Maestro Óscar Gershensohn en Madrid.


Quienes hayan coincidido con él ya sabrán que es un apasionado de Johann Sebastian Bach, pero que haya sido capaz de convertir la capital española en un referente bachiano se me antoja una locura y, sin embargo, eso es precisamente lo que narra el documental Bach en Madrid, de cuyo estreno pudimos disfrutar el jueves pasado en el Círculo de Bellas Artes.


Durante su proyección, a la que asistieron el Maestro, el director José del Río y algunos de los protagonistas, como el musicólogo Andrés Ruíz Tarazona o miembros de La Capilla Real de Madrid e Hippocampus, pudimos descubrir qué es la integral de las cantatas de Bach, qué ha supuesto para los participantes y qué ha significado para la ciudad de Madrid. Hemos conocido las dificultades técnicas que entraña cantar este repertorio y los problemas logísticos para conseguir reunir a tantos músicos de muy distinta procedencia.



Lo que empezó en 2004 siendo un ciclo de 25 cantatas para un año, fue creciendo en aspiraciones y alcance, reuniendo cada vez a un número mayor de músicos y a un público deseoso de sumergirse de lleno en la magia del genio de Leipzig. Además, no olvidemos que los conciertos se celebraron en el marco para el que fue escrito este tipo de música: la iglesia. Vemos colas inmensas de gente esperando para entrar y en algún momento se comenta que el número de asistentes ha oscilado entre los 45.000 y los 47.000. Como afirma Emiliano Cano, uno de los intérpretes, "la música barroca engancha". Y yo os lo puedo confirmar. Además, otro de los aciertos de estos ciclos de cantatas fue que no se limitaron al centro de Madrid, sino que llevaron el arte a casi todos los distritos de la capital.


El documental también nos desvela las vicisitudes económicas para llevar a cabo un proyecto de esta magnitud, sobre todo teniendo en cuenta la actual situación de crisis, que afecta especialmente al delicado estatus de la música culta, casi siempre a merced de mecenazgos con poco interés real en lo puramente artístico.


Sin embargo, lejos de caer en la queja gratuita o en el desánimo, la cinta logra dejarnos con buen sabor de boca. Efectivamente, a pesar de todas las dificultades y los obstáculos, hay lugar para el optimismo. Y es que, aunque el ciclo de las cantatas terminó, su legado continúa gracias a la implicación y el compromiso de nuevos patrocinadores, entre los que destaca el Círculo de Bellas Artes, sede del nuevo proyecto del Maestro Gershensohn: el Círculo Bach. Su segunda temporada arranca precisamente hoy con un maratón de cinco horas de sonatas, arias y corales.


El documental no es solo una conmovedora muestra de las múltiples facetas que ha supuesto llevar a cabo un proyecto como este durante nueve años. También nos ofrece una imagen clara y valiente del estado actual de la música culta en nuestro país. Estoy segura de que con el tiempo, el testimonio que Bach en Madrid ofrece servirá para entender el lugar que ocupaba el arte en este otoño de 2013.



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