viernes, 23 de agosto de 2013

Ya no te quiero

Esto de las series es una montaña rusa. Caemos rendidos ante los encantos del último estreno, vivimos un par de temporadas de pasión, sufrimos altibajos y, a veces, nos cansamos y terminamos dejándolo, con más o menos resentimiento o cargo de conciencia.

A algunas personas les cuesta más abandonar, sobre todo después de haber invertido tiempo y esfuerzo en una serie, después de haberse encariñado con los personajes y haberse preocupado por su devenir. Otras tienen menos escrúpulos y dejan colgada una serie sin demasiados miramientos. Yo me incluiría en este último grupo. Porque tampoco es plan de sufrir con algo cuyo principal cometido es proporcionar diversión. Salvo excepciones, a ninguno nos pagan por ver series, ¿no?

Esta mañana me he despertado pensando en True Blood, que acaba de terminar su sexta temporada; creo que yo la dejé a mitad de la cuarta. Es una serie a la que defendí bastante en sus momento, cuando muchos seriéfilos la denostaban por lo que yo precisamente consideraba su gran acierto: la falta de vergüenza de los guionistas. Era el esperpento hecho serie y eso me gustaba. Pero llegó un momento en que dejé de divertirme viéndola y la abandoné... Así que hoy, en "Teorías tontas de una mañana de viernes", tres motivos para dejar una serie:



Aburrimiento: que es precisamente lo que me pasó con la serie de los vampiros. La primera temporada fue interesante y, aunque no tengo muy claro que Allan Ball supiera lo que quería, a partir de la segunda, se desató la locura y me lo pasé de vicio. Su creador había sabido convertir unas novelillas bastante cutres en un explosivo cóctel de garrulismo, sexo y fantasía. Había momentos fallidos, pero la balanza se decantaba por la diversión. Si no recuerdo mal, la tercera temporada estaba tan pasada de rosca que varias conocidos "quedábamos" para verla con un chat en vivo que era la monda. El problema es que, en determinado momento, los torsos y las borderías de Pam dejaron de compensar las tramas aburridas y los personajes que sobraban. Así que nada, a la papelera. Hace unos días leí a @criticoenserie que esta temporada había remontado algo tras la marcha de Ball, pero no sé si quiero regresar a Bon Temps.



Falta de empatía: podríamos decir que es lo que me pasa con esas series de mujeres excesivas que Showtime fue sacando hace unos años. El mejor exponente sería Weeds, cuyo punto de partida era muy interesante y que durante las tres o cuatro primeras temporadas fue una de mis series favoritas. Podía llegar a entender por qué Nancy había decidido dedicarse a trapichear con drogas e incluso comprendía que la vida le había llevado por aquí y por allá (no me atrevo a decir mucho más sin llenar esto de espoilers). Pero llegó un momento en que los engranajes de los guionistas me rechinaban demasiado, esta mujer era capaz de librarse de manera inverosímil de los líos en los que se había metido y parecía que sus actos no tenían consecuencias (exactamente lo mismo podríamos decir de Jackie Peyton al final de la segunda temporada, cuando me bajé del carro). Por el camino iba arrastrando a los suyos con un egoísmo y una falta de humanidad que me resultaban muy molestos. Así que terminé odiando a la protagonista, que fue un poco lo que me pasó también con Dexter: solo quería que alguien le parase los pies, la detuviera y la metiera en la cárcel. Y tampoco era plan de pasarlo mal con una serie. Adiós. Ni sé cómo ha seguido ninguna de estas series ni me interesa demasiado.



Potencial: esta sería la típica serie que empiezas y a los tres o cuatro episodios ya sabes que no es para ti. Si te la han recomendado mucho, pues a lo mejor le concedes una temporada entera o incluso más, que es lo que yo hice con Happy Endings (¿divertida? ¿heredera de Friends? ¡Claro, claro! ejem). Hace un par de semanas comentábamos por twitter que hay que dar un margen a las series, porque a veces necesitan tiempo para encontrar su voz, pero es cierto que cuando ya tienes cierto bagaje seriéfilo, sabes si una serie tiene potencial para gustarte, si va a ser de las tuyas o no.










En definitiva, ¿para qué perder el tiempo con una serie que no te aporta demasiado cuando hay tanto bueno por ver? Cada año se estrenan numerosas series, muchas de las cuales se quedarán por el camino. Lo de las seis temporadas y una peli es un bonito lema y es evidente que esto es un negocio: mientras haya público, una serie seguirá adelante, aunque ya no tenga nada que contar, si es que alguna vez lo tuvo. Otra cosa es que tú, como espectador, seas masoca y quieras seguir sufriendo con algo que ya no te aporta nada. Tú decides.

2 comentarios:

  1. Yo suelo tener pocos reparos para abandonar una serie si no me gusta. Esto es para pasarlo bien y no para aburrirse.

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    1. Totalmente de acuerdo. Las aficiones son eso, aficiones. Y no obligaciones.

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